Turquía: el golpe abortado y sus consecuencias internacionales
José F. Cornejo
En medio del estupor y de la indignación causada por el criminal atentado terrorista en Niza, nuestra mirada sobre la situación internacional fue súbitamente orientada hacia Turquía en donde un sector de las fuerzas armadas intentó un golpe de estado en contra del Presidente Erdogan, que finalmente fue abortado. Inmediatamente surgieron diversas interpretaciones sobre los objetivos y responsables de la asonada militar: dos de ellas han sido las que han dominado los análisis de los especialistas. Ante las dimensiones de la purga desatada por el presidente turco, algunos apuntan a que en realidad se trataba de un complot urdido por el propio Erdogan para deshacerse de su oposición interna y alcanzar un control dictatorial sobre la sociedad turca con el objetivo de profundizar su islamización.
El gobierno turco ha dirigido su puntería a los seguidores de la secta islámica gulenista, conocida por sus estrechas relaciones con la CIA, por ello para otros analistas, estaríamos ante una asonada golpista auspiciada por los EEUU y algunos países de la OTAN.
Este debate corre el riesgo de seguir por un buen tiempo. Algunos elementos de juicio pueden sernos útiles para ver con mayor claridad qué cosa es lo que está jugándose en Turquía y evaluar sus implicancias internacionales.
El rol de Turquía en el dispositivo de la OTAN en la región.
Turquía es una pieza clave del triángulo sobre el que pivotea la hegemonía norteamericana en el Medio Oriente. Junto con las monarquías feudales del Golfo Pérsico y con Israel, Turquía es un aliado primordial de los EEUU en la región, fundamentalmente por su posicionamiento geoestratégico como paso marítimo de la flota rusa del Mar Negro y su cercanía con los países grandes productores de petróleo del Medio Oriente. Turquía es un país miembro de la OTAN y desde 1954 la Alianza Atlántica cuenta con las facilidades de la base aérea de Incirilik, que ha jugado un rol clave en las recientes intervenciones militares americanas en Afganistán, Irak y Siria. Según un cable diplomático del Departamento de Estado revelado por Wikileaks, en Incirilik estarían estacionadas entre 60 y 90 bombas atómicas como parte del despliegue nuclear mundial de los EEUU en vistas a un conflicto mayor con Rusia.
El ejército turco hace parte de las estructuras militares de la OTAN, siendo el segundo en importancia luego del de los EEUU con un contingente estimado en el 2015 a cerca de 639 mil hombres. Armado y formado por Washington, cualquier iniciativa que se haya tomado en su seno no puede haber escapado al conocimiento de los EEUU y a su aprobación tácita.
El fracaso de la intervención militar en Siria
Desde su llegada al poder en el año 2002, el partido de Erdogan AKP (Justicia y Desarrollo) ha seguido una política internacional contradictoria y errática que lo han conducido a un aislamiento diplomático creciente en la región. De su inicial política de buena vecindad que los llevó a desarrollar buenas relaciones inclusive con Irán, Ankara enturbió sus tradicionales buenas relaciones con Israel al buscar abanderar la lucha contra el bloqueo de Gaza para ganarse las simpatías del mundo árabe. Su activa intervención en el conflicto sirio a partir del 2012 la llevó a distanciarse y enfriar sus relaciones con Rusia e Irán, con consecuencias dramáticas para la economía turca dada su dependencia energética con estos países. Ankara asumió un rol protagónico en la coalición de países que intervinieron en Siria, buscando derrocar al Presidente Assad. Por su amplia frontera común fue el centro del aprovisionamiento logístico de la insurgencia yihadista, convirtiéndose en su base de repliegue y entrenamiento, colaborando en los negocios del contrabando de petróleo y del saqueo de piezas arqueológicas que aceitaban la maquinaria de guerra de los diferentes grupos islamistas radicales, incluido la del Estado Islámico.
La intervención militar rusa en setiembre del año pasado invirtió el rumbo de la guerra y las posibilidades de la caída del gobierno de Damasco empezaron a alejarse mientras la insurgencia islamista se desmoronaba y perdía terreno, reclamando, como último recurso, una intervención militar directa de la OTAN. Fue eso lo que buscó Ankara cuando derribó un avión caza ruso SU-24 acusándolo de haber violado su espacio aéreo. Ante la negativa de Obama a una escalada militar en Siria, Erdogan busca romper su aislamiento diplomático para no asumir solo el pasivo de la debacle de la intervención militar siria. Luego de seis años de distanciamiento decide, semanas antes del golpe, iniciar las negociaciones para reestablecer relaciones diplomáticas con Israel y, más sorprendente aún, envía sus disculpas a Moscú por el derribo del caza ruso iniciando un acercamiento diplomático con Rusia y con el gobierno sirio. Es en ese trance que se produjo la intentona golpista. ¿Simple coincidencia?
Un renombrado analista indio, M K Bhadrakumar, observaba además la paradoja que, luego del fracaso de la intentona golpista, sean los aliados de la OTAN que proferían críticas y amenazas a Turquía por sus ambiciones dictatoriales y la radicalidad de las purgas en las Fuerzas Armadas y en otras esferas de la administración del estado, mientras Rusia e Irán enviaban mensajes amistosos a Erdogan y manifestaban su apoyo a la defensa de la institucionalidad democrática.
Consecuencias internacionales
El presidente Erdogan acaba de declarar el estado de emergencia por tres meses para acabar con los remanentes golpistas infiltrados en el estado, reiterando su acusación de la complicidad de países extranjeros en el fracasado golpe sin precisar nombres. Por la importancia de Turquía en el dispositivo de la OTAN, el desmantelamiento del segundo ejército más importante es un duro percance para la Alianza Atlántica que todavía no se repone del impacto del Brexit y de la crisis por la que atraviesa la Unión Europea. Sin el apoyo de Turquía la guerra en Siria acabará reforzando las posiciones del gobierno de Assad. El apoyo que goza el gobierno de Erdogan de una parte de la población y el impacto de la purga radical que está efectuando en todas las instancias del estado y que afecta a más de 60 mil personas, le pueden dar unos meses de respiro pero la crisis económica turca es profunda y las desestabilizaciones en su contra no cesarán. Constatamos finalmente que el arco de inestabilidad iniciado con la guerra en Irak no deja de crecer. Luego de Libia y Siria, ahora afecta a un país en el que están estacionadas nada menos que 60 ojivas nucleares. Estemos atentos, la crisis turca recién acaba de comenzar y su impacto internacional será mucho más perturbador a todo lo que hemos visto hasta ahora.
Comentarios
Anónimo (no verificado)
Mar, 07/26/2016 - 13:27
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