El Gasoducto Sur Peruano (GSP), cuya buena pro se otorgó en el 2014, ha venido construyéndose a un ritmo importante. Sin embargo, en las últimas semanas las obras están virtualmente paralizadas, al punto que de los 4 frentes con que venía avanzando la construcción del GSP, solo dos de ellos se mantienen trabajando. De las 7,000 personas que venían laborando, se afirma que ahora solo unos 2500 se mantienen en sus puestos de trabajo. Es evidente que esta demora preocupa a todo el Perú, y particularmente a los cusqueños y todo el sur del Perú.

La virtual paralización tiene un motivo principal ya en vía de solución: Odebrecht, socio mayoritario del GSP ha renunciado a ser operador del proyecto, lo que ha sido asumido por la española ENAGAS. No solo eso. Odebrecht ha puesto en venta sus acciones, las mismas que pueden ser adquiridas por otras empresas.
 
Esto debería eliminar uno de los principales argumentos del gobierno para no aprobar las adendas al contrato, son necesarias para que se viabilicen los préstamos con la banca privada internacional para financiar el proyecto. El argumento esgrimido de manera extraoficial era que “no sería bien visto” aprobar las adendas a un proyecto de Odebrecht. Pero las adendas aún no se aprueban, con las consecuencias reseñadas líneas arriba.
 
Pero hay otros motivos que, en verdad, ocultan temas de fondo. Uno de ellos es la postergación de la licitación de la Central Térmica de Quillabamba –que figura en el contrato firmado entre el GSP y el gobierno peruano- que se alimentará con el gas natural a ser transportado por el GSP.
 
El “argumento” es que hay una sobreoferta de energía eléctrica, por lo que una central adicional haría que aumenten más los precios. Esto se debe a que el esquema vigente establece que a las centrales  se les pague “por el solo hecho de existir”, lo que en jerga eléctrica se llama “cargo por potencia”.
 
Pero, en verdad, el GSP tuvo un impacto de 1% sobre el recibo de electricidad de los usuarios finales en el periodo mayo 2015-abril 2016 y tendrá un impacto de 2% en el periodo mayo 2016-abril 2017. Es tan mínimo el impacto del GSP que en el mes de mayo 2016 las tarifas de electricidad disminuyeron aún con el incremento del monto a recaudar por concepto del GSP.  Es decir, los otros factores que influyen en la tarifa eléctrica disminuyeron y en conjunto pesan más que el GSP, lo cual hizo que bajaran las tarifas de electricidad. 

Por otro lado, la mayor oferta de generación de electricidad existente se debe a los múltiples proyectos de energías renovables (hidroeléctricas, eólicas, solares, etc) y de reservas frías impulsados por el gobierno que están siendo pagados justamente en los recibos eléctricos y que a la vez han permitido que el costo marginal de generación baje de 50 US/mwh a 10.
 
Aquí la pregunta del millón es por qué esta disminución del precio no se ha trasladado al usuario final, cuando la generación tiene una participación de más del 50% en la estructura de precios de la electricidad. Los que señalan que el alza de la electricidad se debe al GSP en verdad usan ese argumento para oponerse al GSP e impedir su construcción. Se afirma que algunos de ellos pueden temer que el GSP le haga la competencia al Consorcio Camisea. Podría ser.
 
Agreguemos que la campaña la realizan personas viven en Lima, ciudad que ya cuenta con gas natural. Y lo tiene por qué en su momento todo el país pagó la Garantía de la Red Principal (del tubo de Camisea a Lima), cargo que en su momento tenía un peso mucho mayor en la factura de electricidad del que hoy tiene el GSP.

Esta campaña generada en contra del GSP ha generado que el gobierno paralice el proceso de licitación de la CT Quillabamba. La pregunta es por qué el gobierno actúa así con el proyecto del GSP un proyecto tan importante para el sur del país y actuó de manera diferente en el caso de la línea 2 del metro. Aquí hay uno o varios gatos encerrados. Volveremos sobre el tema.