Ucrania: ¿cambia la estrategia de Moscú?

Por: 

José F. Cornejo

Luego de la entrevista del presidente Putin con el secretario general de la OSCE, el suizo Burkhalter, Moscú ha presentado una nueva propuesta para una salida negociada de la crisis en Ucrania que ha sorprendido a propios y extraños. La campaña mediática presentaba a Rusia como un oso agresivo a punto de invadir Ucrania y desatar una crisis mayor que podría conducir a una guerra abierta con la OTAN y desencadenar una Tercera Guerra Mundial. Hasta el pasado 7 de mayo, Moscú se había opuesto a las elecciones en Ucrania convocada para el 25 de mayo si previamente no se realizaba una reforma constitucional para garantizar en una Ucrania federal, los derechos de las minorías ruso parlantes. A su vez, había reclamado su derecho a intervenir militarmente en Ucrania si esta minoría rusa era amenazada por la violencia del gobierno prooccidental en Kiev. La sorpresiva propuesta de Putin, que estaría coordinada con los gobiernos europeos propone tres puntos: solicita a las autoridades independentistas ruso parlante de posponer el referéndum del 11 de mayo,(que ya se realizó) señala que las elecciones del 25 de mayo pueden ser un paso favorable a encontrar una salida de la crisis y por último anuncia el repliegue de las fuerzas armadas  de las fronteras con Ucrania.

Esta propuesta conciliadora de Moscú, parece haber desconcertado a sus simpatizantes en Ucrania, como a los adversarios de la OTAN y del gobierno en Kiev, que estaban más bien a la espera de una intervención militar rusa, sobretodo, luego de la masacre de más de 40 activistas ruso parlantes en la ciudad de Odessa. Es aún demasiado pronto para saber si efectivamente esta propuesta conciliadora conseguirá su objetivo de abrir una nueva ronda de negociaciones en Ginebra en las semanas que vienen. El gobierno de transición en Kiev aún no ha dado una respuesta afirmativa a esta propuesta de negociaciones y continua con su política de represión a los que ellos califican de “terroristas” pro Moscú en Ucrania del este.

La demonización de la política de Moscú y en particular del presidente Putin, ha llegado a niveles inimaginables en las pasadas semanas en los medios occidentales. No se puede negar que en el terreno mediático, los países de la OTAN tienen una hegemonía sobre el marco interpretativo de lo que sucede en la escena internacional y consiguen disfrazar a los agredidos de canallas y barbaros agresores. Cualquier intento de explicación del punto de vista ruso, es descalificado rápidamente como el de una agente pro ruso o el de un enemigo de los intereses de los países “civilizados y democráticos”.

Entre los varios elementos posibles que están a la base de esta última iniciativa conciliadora de Putin, y que algunos analistas califican de gambito (aceptar sacrificar una pieza para ganar iniciativa estratégica y poder vencer en la partida) hay dos elementos que me parece importante resaltar, dado que prácticamente no figuran para nada en los análisis sobre la crisis en Ucrania y la extrema gravedad de la misma.

Uno primero es que Ucrania posee 15 reactores nucleares, con más de 1000 toneladas de material radioactivo. 4 de estos reactores son del mismo modelo que el de Chernobyl, que requieren de una vigilancia constante por lo vetusto de sus instalaciones. Una política internacional razonable, no puede promover el caos y una guerra civil en una región con esta cantidad de reactores nucleares, más aún, como veremos seguidamente, cuando este país atraviesa una grave crisis económica que ponen en riesgo la vigilancia y el mantenimiento adecuado de estos reactores. El riesgo de un accidente nuclear en medio del conflicto es algo que, al parecer, poco importa a los sectores belicistas de la OTAN, desesperados por incorporar a Ucrania en su seno y posicionarse militarmente en la frontera rusa.

Entre los analistas que intentan explicar esta maniobra de Putin, como un gambito, se resalta sobre todo la catastrófica situación de la economía en Ucrania, que luego del paquete de medidas impopulares de ajustes, condicionados por el FMI para desembolsar su préstamo, pesarán fuertemente sobre la popularidad de las autoridades en Kiev y las posibilidad de que sufran una derrota en las elecciones el 25 de mayo.

Por último, para la UE esta crisis ucraniana la pone ante una situación insalvable desde el punto de vista de su dependencia energética.  Mientras que Moscú destina solamente el 27% de su gas y el 32% de su petróleo a la UE, para la UE el aprovisionamiento de Moscú representa el 56% de sus importaciones de petróleo y el 84% de gas. Ningún mercado en el mundo, ni siquiera las quiméricas ofertas del gas de esquisto prometidas por los EEUU, están en condiciones de remplazar esta fuerte dependencia de Moscú por parte de la UE.

En los próximos días está previsto el viaje del presidente Putin a Beijing, donde uno de los temas centrales será la firma de un acuerdo de aprovisionamiento de gas con China, que sería la carta de remplazo a un cierre del mercado europeo para el gas y el petróleo ruso.

La iniciativa conciliadora de Putin, que busca poner un freno a la ofensiva de la aplanadora militar de la OTAN, se apoya en estas consideraciones de peso, y que tal vez abran la posibilidad que se logre evitar un escenario catastrófico en Ucrania.

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