País de halcones y sapos

Por: 

Pablo Najarro Carnero

La frase de Arguedas en su obra póstuma (1), podría encerrar más allá de lo literario, considerando su camino suicida, la descripción del país en que vivía y en el que vivimos. “Y creo que el intento de suicidio, primero, y luego las ansias por el suicidio fueron tanto por el agotamiento – estoy luchando en un país de halcones y sapos desde que tenía cinco años – … y no en el zumbar de la mosca que uno percibe apenas el oído se forma, a través del morder conviviente del piojo en el cuero cabelludo y en la barriga, y en los millones de mordeduras a la raíz y a las ramas todavía tiernas de la suerte, que te dan hombres y ríos, grillos y autoridades hambrientas”. Casi medio siglo de una realidad que no cambia. Súmese a ella la frase de Gonzales Prada: "El Perú es un organismo enfermo: donde se aplica el dedo brota el pus", tiene ya más de un siglo. Nada ha cambiado. Nada está cambiando. Cada gobernante que llegó al poder desde hace un siglo – salvo quizá Velasco y Paniagua – sólo han buscado cual halcones, comer este país rico y agonizante.

Carroñeros de su propia sangre, sin identidad atávica a la tierra que los vio nacer, sólo buscan el lucro crematístico. La corrupción está ya ingénita en cada ciudadano del país. Creo que esto es innegable. Si se puede robar se roba. Si alguien roba, pero hace algo, es aceptable. Al parecer sólo delincuentes, desde la década del noventa, han ido detrás del poder. Cuales sapos, van ávidos detrás de un cargo donde puedan ganar y recuperar lo invertido. Ya no es la idea del minister como servicio a la polis. Ahora es la cleptocracia como sentimiento natural. Se habla de políticos, cuando en realidad son oportunistas de turno, que casi siempre levantan banderas de un social nacionalismo que no sienten ni viven. Hay en el fondo todavía, de los pocos peruanos honestos que quedan, la esperanza de un gobernante que de verdad sienta y ame al Perú. Pero desde hace treinta y dos años, desde el gobierno de Alán García y con la llegada del fujimorismo, entramos a fondo y al fondo, en un ciclo de estafa política que todavía persiste. Siendo descarado y pedante. Pueden mentir y no sentirse mal. Fue la génesis de una política económica neoliberal a ultranza. El ama sua y el ama q’ella incásico es para ellos historia lejana. 

Los muchos que hacen política, ubicados en el espectro hacia la izquierda, tampoco quieren cambiar el país. Muchos terminan en una especia de síndrome de Estocolmo, asumiendo lo que denunciaban. El ultimo de pensamiento socialista que asumió un cargo popular y probamente, fue Barrantes Lingán. De Villarán sólo decimos que llegando al poder, lo hizo mal. Algunos opinólogos y hepatólogos dicen que la izquierda gobernó. No lo ha hecho. Ha creído ingenuamente en líderes efímeros o creados por la economía neoliberal. García, resucitando el sentimiento socialista de Haya. Toledo recurriendo al mito de inkarri. Humala recordándonos a insignes militares provincianos y patriotas. Ninguno de ellos fue de izquierda o socialista. Que los de izquierda se auparon ingenuamente, fue peor.

Lo peor de todo, al pensar en toda esta miseria, es saber que hay hombres y mujeres que alaban, justifican y hasta escriben para justificar el robo y la mentira. Lo peor de todo es que se lo achacan a la izquierda y al socialismo. Obnubilados en – se puede suponer – los recursos económicos que los apoyan, lanzan diatribas al viento. ¿La ignorancia de verdad es atrevida?, compruebo que sí. Mientras, el país llega al marasmo moral, a la anomia política con el silencio cómplice de socialistas estafadores. 

Pero hay un sueño… “al fin de la batalla, y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre y le dijo: «¡No mueras, te amo tanto!» Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo… Le rodearon millones de individuos, con un ruego común: «¡Quédate hermano!» Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. ¿Podremos terminar el poema “Masa” de Vallejo?.

(1) El zorro de arriba y el zorro de abajo es la sexta y última novela del escritor peruano José María Arguedas publicada póstumamente en 1971.

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