La izquierda que la derecha necesita

Por: 

Enrique Fernández–Maldonado Mujica

El escenario político peruano no puede ser más complejo y enrevesado. Enfrentamos varios problemas gravísimos convergentes entre sí. Por un lado, el caso de corrupción Lava Jato salpica a tres ex presidentes, y sienta sospechas sobre el actual, generando una crisis moral con implicancias políticas y sociológicas. Por otro, la gobernabilidad es tensada por una mayoría fujimorista en el Congreso, cuyo único leit motiv pareciera ser arrinconar y someter al gobierno. La ciudadanía asiste a esta pulseada “en las alturas” entre perpleja y hastiada. La desaprobación de las principales instituciones públicas supera en todos los casos al 70% de los encuestados. Así las cosas, la posibilidad de una crisis política se incrementa ante la falta de reflejos del presidente y su entorno para enfrentar una oposición desleal y golpista. Transcurridos los momentos más graves de la emergencia nacional por el Niño Costero, el escenario de la vacancia –advertido tempranamente por Rosa María Palacios– adquiere nuevamente vigencia.

Pero la izquierda peruana, la parlamentaria, no quiere, o no parece, darse cuenta. Su accionar estos últimos meses proyecta una imagen contraria al abc de la política progresista: acumular fuerzas. El Frente Amplio ha ido en contra de su razón de ser: agregar voluntades. Amplificar la capacidad de arrastre de los partidos y movimientos que lo conforman. Nada de eso ha sucedido. Sus integrantes han hecho todo lo contrario. Una vez alcanzada la curul, se dividen. Lo que es peor: se pelean entre sí. Su incapacidad para enfrentar al adversario y anteponer este objetivo a sus discordias personales, es un problema que ya les está pasando factura.

¿A quién favorecen con esta conducta? Sin duda, no al electorado que los eligió e hizo posible que la izquierda alcanzara –después de casi cuatro décadas– casi el 20% del electorado en los últimos comicios generales. 

La tensión entre Tierra y Libertad y el Movimiento Nuevo Perú (que llegó a un punto tragicómico con las disputas públicas entre los congresistas Marco Arana y Richard Arce), no hacen sino erosionar la ya débil capacidad de representación política de la izquierda política. De continuar así, es más que seguro que antes del 20121 vuelvan a la marginalidad absoluta, superados por liderazgos radicales tipo Antauro Humala u otros parecidos.

¿Cómo debe encarar el escenario que viene la izquierda política? ¿Cómo salir en el marasmo en que se encuentra? Considero que hay dos banderas cruciales que podrían asumir en los próximos meses. La primera: denunciar firmemente el pacto de impunidad que vienen operando las organizaciones políticas con mayor influencia en las últimas décadas –el Apra y el fujimorismo–. Pacto que es funcional, hay que decirlo, a la continuidad del Estado corrupto y del neoliberalismo económico. 

En segundo lugar, la izquierda debe cerrar filas por una reforma electoral inclusiva, y no excluyente, como pretende el aprofujimorismo en el Congreso. Para ello deberá tender puentes con otras fuerzas (incluido el centro político), si lo que buscan es abrir el sistema político para competir en él democráticamente. En tiempos de crisis de la representación política, quedarse en el regodeo ideológico y la querella personal los condena inevitablemente a la desaparición.

Como han planteado algunos analistas recientemente , la izquierda política debe apuntar hacia la “convergencia”, más que a la unidad. Ubicarse en un campo político sobre la base de las coincidencias, para desde ahí confrontar al adversario común: en estos días, el autoritarismo parlamentario fujimorista y la ofensiva ultraconservadora. 

Solo así se podrá tener un rol protagónico como alternativa de gobierno, proponiendo un nuevo quehacer y liderazgo político. 

* Sociólogo

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