Empezó el déficit de la Balanza de Pagos

Por: 

Humberto Campodónico

Por primera vez desde el 2000, en el 2014 hemos tenido déficit de Balanza de Pagos, que es el resumen de las relaciones del Perú con el mundo: fue de US$ 2,178 millones y contrasta con el superávit de US$ 14,806 millones del 2012. El vuelco es espectacular.

Esto se produce porque aumenta el déficit de la cuenta corriente (DCC) de la Balanza de Pagos, lo que incluye el déficit de la balanza comercial (exportaciones menos importaciones), el comercio de servicios y las remesas del exterior. Fue de US$ 8,824 millones en el 2014.

Ya es conocido que el déficit comercial se debe, en gran medida, a la caída de los precios de las materias primas que exportamos, lo que significa menores ingresos de divisas. Y, también, al hecho de que las importaciones continuaron creciendo hasta el 2013 y solo en el 2014 han tenido una ligera caída. 

Aquí hay que notar que las importaciones de bienes de consumo siguieron creciendo en el 2014, pero sí cayeron las de insumos y bienes de capital. Los bienes de consumo son la “bonanza de bienestar”. Del dólar barato y las rebajas de aranceles (a casi 0%) puestas en marcha, de un lado, por la liberalización unilateral  bajo García y, de otro, por los TLC con nuestros socios comerciales (que ahora nos exportan todo a arancel 0).

Desde el 2008 (año en que apareció el DCC), los economistas “ortodoxos” nos decían que no había que preocuparse porque este se cubría de manera “sana”. ¿Cómo así? El argumento es que la cuenta financiera (CF) tenía un superávit que era mayor al déficit DCC. Así, esta CF (donde están la entrada neta de inversión extranjera directa, préstamos y bonos) era nuestra tabla salvadora. Otrosí: perdemos en la cuenta corriente, pero, en el agregado, nos salva la entrada de capitales y nuestra balanza de pagos se vuelve positiva.

Así, por ejemplo, en el 2012 el DCC de US$ 5,237 millones fue cubierto por el superávit de la CF de US$ 19,812 millones. Pero en el 2014, el DCC de US$ 8,824 millones ya no pudo ser cubierto por la CF, a pesar del superávit de US$ 6,391 millones. Y por eso se perdieron US$ 2,178 millones de reservas internacionales.

Lo señalado indica claramente , no solo el agotamiento del modelo, sino, también, de los “modos” de relacionamiento financiero con el exterior. Al canal de transmisión comercial de la crisis internacional que se expresa en baja de los precios de los “commodities”, se  agrega ahora otro canal: la menor entrada de capitales.

Esta situación no es “privilegio” del Perú sino una característica de todos los “países emergentes”(con algunas excepciones), como lo señala el trabajo realizado para la UNCTAD por Yilmaz Akyuz (1), ahora economista jefe del South Centre de Ginebra. Dice Akyuz que desde los 90, los países en desarrollo están ahora más integrados con un sistema financiero internacional profundamente inestable. Estos lazos se han visto reforzados con el aumento extraordinario de “financiamiento barato”: grandes flujos de capital con tasas de interés bajísimas.

Por eso: “lo más probable es que estos países van a enfrentar fuertes presiones desestabilizadoras en los próximos años, a medida que EEUU vuelva a la “normalidad” después de 6 años de inundar al mundo con dólares a tasas de interés excepcionalmente bajas”.

Lo novedoso de su análisis es que “la presencia extranjera en sus mercados domésticos de créditos, bonos, mercados de valores y propiedades ha alcanzado niveles sin precedentes”. Esto quiere decir que los mercados internos pueden perder mucha liquidez debido al “vuelo a la seguridad” (flight to safety) volviendo a sus propios mercados cuando suba la tasa de interés.

Esa “presencia” se nota aquí. Señala Akyuz que en el Perú la participación de los no residentes (extranjeros) en la deuda del gobierno denominada en soles alcanzó el 56% del total, lo que está por encima del resto de países analizados. O sea, nos financian los “no residentes”, hasta que decidan irse.

Otra característica es la alta deuda de empresas privadas, que ahora supera a la pública. Dice Akyuz que la deuda privada de los países emergentes creció a una tasa anual del 10% en el período 2000-2013. Y que este fue mayor en el periodo 2008-2013, es decir que se aceleró después de la crisis del 2008.

En el Perú, a diciembre del 2014, la deuda de empresas privadas llegó a US$ 33,434 millones, el 16.5% del PBI, mientras la deuda pública es el 11.8% del PBI. Si hay más desaceleración económica, sube la tasa de interés y se devalúa el sol, tendríamos una “tormenta perfecta”. Ojalá eso no suceda.

La salida de la situación aquí descrita es posible. Dice Akyuz que “una de las principales lecciones de la historia del desarrollo económico es que las políticas exitosas no están asociadas con la autarquía ni, tampoco, con la plena integración a la economía global”.

Más bien están asociadas con la integración estratégica, que busca usar las oportunidades que puede ofrecer un espacio económico ampliado, al mismo tiempo que se minimizan los riesgos potenciales que esto puede acarrear. En los aspectos financieros esto es más relevante aún que en los temas comerciales, de  inversión y tecnología. Todo esto siempre, claro está, si se deja de pensar que estamos atravesando un bache “temporal” y que la recuperación está a la vuelta de la esquina.
  
(1) “Internacionalización de las Finanzas y vulnerabilidades cambiantes en las economías emergentes y en desarrollo”. 

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