Como si no existiéramos

A inicios de mayo de este año, luego de quince meses de negociaciones, se completó la fusión de dos empresas transnacionales que operan en el Perú: Glencore y Xstrata.

Ambas, con proyectos mineros en varios países, constituyen con esta fusión la cuarta minera más grande del mundo. Esta fusión, sin embargo, contó con un condicionamiento que resulta además de importante, alarmante en cierta medida para los peruanos.

Para que la fusión se completara, Glencore (empresa suiza) tuvo que responder a una condición impuesta por China: vender su participación en el proyecto cuprífero Las Bambas (Apurímac) únicamente a empresas chinas. Esto se debe a que el Estado Chino es dueño del 22% de acciones en esta empresa suiza y tras 14 meses de deliberaciones puso dicha condición para que la fusión avance. Ciertas fuentes periodísticas y portales especializados en el rubro minero han publicado ya el nombre de las cinco mineras chinas que estarían interesadas en adquirir el proyecto.

El detalle a considerar, en una operación de este tipo, es que se trata de nada menos que de 450 mil toneladas de cobre anuales en el proyecto Las Bambas que beneficiarán, ahora, al estado Chino. La pregunta es la siguiente: ¿cómo es posible que en nuestro país no se considere una cláusula en los contratos de este tipo para participar de alguna manera cuando sucede un cambio de accionistas en una empresa que opera en territorio peruano? Y a ella le sigue el siguiente cuestionamiento: ¿Cómo puede un estado como el Chino imponer reglas de juego en un territorio ajeno?

Lo cierto es que el beneficio de esta operación será para los ciudadanos del país oriental mientras que, los peruanos, pese a ser los dueños de dicho recurso, no veremos ningún beneficio. Y antes de que se sugiera, cabe decir que no se trata de “ahuyentar las inversiones” como podrían vociferar algunos, sino de que en nuestro país, como ocurre en China por ejemplo, se considere el beneficio a sus ciudadanos a partir de sus recursos. La soberanía peruana, en este caso, es menos que un saludo a la bandera. Simplemente, no existe.

Cabe recordar que si bien, en este momento, sólo se trata del proyecto Las Bambas, bien podría ocurrir lo mismo con otros proyectos desarrollados por estas empresas. Tengamos en cuenta, por ejemplo, que Xstrata tiene también como proyecto a “Antapaccay” y este último se encuentra relacionado con Las Bambas en temas como el mineroducto.  Nuevamente, no tenemos ninguna capacidad de negociación o participación sobre lo que pasa en nuestro propio territorio.

Otro detalle a considerar se refiere tanto al cuidado del medio ambiente como al respeto de los derechos de nuestros trabajadores. Dado el precedente de las empresas chinas, habría que considerar estos dos aspectos fundamentales para el desarrollo sostenible de nuestro país. Por un lado, no se puede desarrollar actividad minera dejando de lado los estándares de cuidado ambiental necesarios para el desarrollo del país y de los habitantes que se ven afectados por esta actividad. Recordemos que China es uno de los países con peor cuidado ambiental del planeta. Por otro lado, el respeto a los derechos laborales ha sido, en más de una ocasión, uno de los grandes tropiezos en las empresas chinas. El ejemplo de los abusos contra los trabajadores de la empresa Shougan (ex Hierro Perú) en Marcona es muy actual. El estado peruano, ausente como vemos en decisiones de este tipo, no puede ausentarse también en la lucha por defender estos dos aspectos fundamentales.

La idea de un país soberano sigue siendo sólo eso: una idea. Es momento, sobre todo ahora que se anuncia un periodo de “vacas flacas”, que el Perú participe y negocie respecto de sus recursos. La imposición externa no puede ser una constante. Globalización sí, pero en beneficio de todos y no sólo de los países que, a diferencia del nuestro, han demostrado tener voluntad de pensar en una mejor renta para mejorar así la calidad de vida de sus ciudadanos.

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