Tras cuernos, palos. Una crisis en medio de la emergencia

Por: 

Francisco Pérez García

No terminamos ni de afrontar los efectos de la pandemia por el Covid19 y nuestra clase política nos tenía preparada otra crisis de dimensiones similares a las vividas el año pasado cuando el presidente Vizcarra disolvió el anterior congreso de la República o cuando en el 2017 el gabinete de Fernando Zavala se puso encima la cuestión de confianza ante las constantes censuras a los ministros de Educación del gobierno de Kuzcynski. 

Unos audios grabados por el entorno más cercano del presidente pusieron en jaque la estabilidad del Poder Ejecutivo al intentar demostrar que el mandatario mintió y se coludió con sus colaboradores para negar o mentir sobre las visitas del cantante Richard Cisneros, conocido como “Richard Swing” quien obtuvo algunos contratos con el ministerio de Cultura, aparentemente por su cercanía con el entorno palaciego. 

Lo que se conocería después, solo es digno de una mala copia de un argumento cinematográfico: teorías de conspiración, llamadas telefónicas, mensajes de texto desde el congreso a los altos mandos de las Fuerzas Armadas, una foto que creíamos olvidada donde el mandatario no aparece pero sí el eje central del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas acompañando al presidente del Consejo de Ministros, un exmilitar, al ministro de Defensa, también militar, al titular del Interior, también militar y una desmilitarizada ministra de Justicia. 

Luego de ello las sacadas de cuerpo los “yo ya no firmo”, “mejor ya no vamos por la vacancia”, mientras el presidente del Congreso insistía en que sus llamadas a los altos mandos de las Fuerzas Armadas solo eran para pedir calma ante un escenario de inestabilidad. 

Ahora bien, ¿las contrataciones de un señor cuyo dudoso perfil profesional es discutible y un entorno presidencial receloso y con conflictos internos son la munición necesaria para generar un clima de crisis y de promoción de una vacancia por permanente incapacidad moral? 

¿Son estos temas más graves que los hechos de corrupción por los cuáles se viene investigando a los exmandatarios? ¿Estas acusaciones son -legalmente y éticamente hablando- más graves que las presuntas irregularidades del aeropuerto de Chinchero? ¿Cuál es la tabla de valores de quienes están levantando el dedo acusador y hoy se rasgan las vestiduras para tratar de traerse abajo a un gobierno que con lo justo está llegando al final de su período? 

¿Cuáles son los intereses de tratar de abordar un gobierno en vez de ir por él en las urnas? La reforma universitaria, la reforma electoral, el tema presupuestario, la permanencia de la inmunidad (y la impunidad) y otras cosas más están en el cofre de un tesoro que es deseado por varios grupos políticos que tienen intereses creados y que no les interesa lo que está pasando con los miles de peruanos que hoy sufren los efectos de la pandemia. 

Y en medio de todo, personajes políticos que lanzan videos con discursos indignados tratan de llevar agua para su molino, buscando jugar con la amnesia de la gente preocupada por la emergencia y amparados en la demora de sus procesos judiciales. 

Como vemos hay muchos intereses en juego. Si el presidente Vizcarra debe responder por algún delito, que se le investigue, que se formen las comisiones que se crean convenientes, pero sin los interesados de siempre. Y que la justicia lo busque al término de su gobierno, como ha ocurrido con Fujimori, Toledo, García, Humala y Kuzcynski.

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