Aprovechando el tren de la oportunidad el cobre: futuro del Perú

Por: 

Jorge Manco Zaconetti

El Instituto de Ingenieros de Minas y el Centro de Investigación de Minería, Ambiente y Desarrollo (CIMADE) que preside el Ing. Carlos Santos Cruz me invitaron a comentar el libro “Cobre: El Futuro del Perú”, en el tradicional jueves minero, espacio técnico/social de diálogo y difusión de las buenas prácticas.

Por la importancia del libro desde el punto de vista académico y político invité a mis estudiantes a la reunión virtual que tuvo lugar el jueves 12 de noviembre, concitando el interés del público.

Este libro es un texto ilustrado de 273 páginas con bellas fotografías, escrito en un lenguaje que invita a la lectura, donde se nos expone la evolución del uso cobre en el Perú y el mundo, y la importancia que tendría para el país, si se hicieran realidad los grandes proyectos de inversión de cobre.

La propuesta es que no podemos perder el “tren de la oportunidad” que nos ofrece el mercado mundial en los próximos años. De allí, que es la oportunidad que se debería adoptar. De no hacerlo así, hay otros países que pueden cubrir esta demanda.

Por ello, este es un libro de debate, de parte, escrito desde el punto de vista empresarial, por ex gerentes del sector comprometidos con la minería, donde se invita al análisis, a la reflexión más amplia. 

Donde, por ejemplo, se expone la historia de la minería en general y del cobre en particular, desde un punto de vista para un público no especializado, con una información de primer nivel. Con una data relevante hasta el 2018 y proyecciones de largo plazo ligadas a las tendencias de la economía mundial y la revolución tecnológica que hace uso intensivo del “metal rojo”.

Tiene un carácter de divulgación para conocer las diversas etapas de un proyecto minero especialmente de cobre que demora décadas en su realización. En tal sentido, uno de los capítulos tiene que ver con la historia resumida de los principales proyectos de cobre, desde Toquepala a las Bambas.

HITOS PRODUCTIVOS

En verdad, la gran minería de cobre en el país tiene dos hitos que destacar. Una es la materialización de la mina de tajo abierto de Toquepala en Tacna, que se inició a fines de los años cincuenta del siglo pasado bajo la responsabilidad de capitales norteamericanos de la Southern Copper Corporation (SPCC). Donde las últimas ampliaciones del 2019 han elevado significativamente la producción de los concentrados de cobre.

Después de la unidad de Toquepala que da inicio a la gran minería de cobre, el otro hito sería Mra. Antamina un yacimiento de cobre y zinc conocido desde el siglo XIX con los estudios del sabio italiano Antonio Raymondi, que fue privatizado en el régimen de Fujimori, como un activo de Centromín por un poco más de US $ 19.5 millones de dólares.

Ubicado en la Cordillera Negra en el Callejón de Conchucos, la Mra. Antamina constituye una obligada referencia desde el punto de vista de las inversiones, donde se comprometieron US $ 2,300 millones de dólares, y entró en funciones productivas a mediados del 2001.

Gracias a los buenos precios de los metales en gran parte derivados por la demanda de la economía china, Mra. Antamina y todas las cupríferas obtuvieron elevadas utilidades lo cual permitió la recuperación de las inversiones, en gran parte explicadas por el beneficio de “arrastre de pérdidas”, la depreciación acelerada, el beneficio de reinversión que les permitía deducir hasta el 80 % del abono del impuesto a la renta siempre y cuando se ampliara la producción en no menos del 10% de capacidad.

Prácticamente en el 2004 los accionistas de Mra. Antamina, recuperaron el valor de las inversiones, y con precios superiores a los US $ 0.90 centavos la libra de cobre, obtenían una gran renta diferencial y absoluta que no era compartida con el estado peruano. Es más, cuando el precio bordeó los US $ 4 la libra todas las empresas percibían “ganancias extraordinarias” 

Lo resaltante de Mra. Antamina que lamentablemente no se aplica en Mra. Las Bambas como fue su diseño original, fue la necesidad de construir un minero ducto que permita la salida del mineral a la costa sin afectar el Parque Natural de Huascarán, y por evidentes razones ambientales.

Tanto en la realización del proyecto de Antamina como del actual proyecto de Mra. Quellaveco fue de necesidad alcanzar los mínimos consensos sociales, convocando a las comunidades, autoridades distritales, empresarios regionales, para hacer realidad dichos proyectos. 

La capacidad de diálogo, consenso y confianza social, aseguramiento de la dotación de agua, gestión ambiental, buenas prácticas sociales con el mayor involucramiento de la población, compromisos con los jóvenes, hacen posibles resultados positivos para el logro de los proyectos mineros.

Al margen de las ideologías extremas se debe reconocer que las actividades mineras, la agroindustria y la pesca industrial serán de los pocos sectores que tendrán una demanda mundial asegurada, y ser atractivas para las nuevas inversiones externas y nativas. En razón de su competitividad y rentabilidad comprobada.

Se debe reconocer que las inversiones tanto privadas como públicas resultan de fundamental importancia para superar el problema número uno de la sociedad peruana en la presente coyuntura: superar el masivo desempleo, subempleo y mayor pobreza.

TESIS POR DISCUTIR

Dos son las tesis más importantes del libro en cuestión en la cual podemos coincidir, discrepar mas no ignorar. La posibilidad de duplicar en la próxima década (2020/2030) la producción de cobre que actualmente bordea los 2.5 millones de toneladas en equivalente fino, para llegar a cifras cercanas a los 4.6 millones de toneladas.

Antes del 2007 año de medición y ponderación de las Cuentas Nacionales a los precios de dicho año, la producción de cobre era menor al millón de toneladas. En el 2017 con la entrada en producción de los proyectos de las Bambas, Toromocho, Constancia y ampliaciones de Cerro Verde, Antamina, SPCC, Antapaccay y otras, la producción arañó los 2.5 millones de toneladas. Es decir, más que se duplicó.

Por tanto, es posible alcanzar la meta de duplicar la producción cuprífera, en razón de la coyuntura internacional que se tendrá en los próximos diez años. La riqueza geológica, la experiencia minera, los bajos costos de producción hacen atractiva la inversión, pero también es fuente renovada de conflictos sociales.

Destacando en el libro en base a una valiosa información de fuentes especializadas, las cuales pronostican que hacia el 2030 la demanda mundial de cobre superará la oferta de “metal rojo”, se prevé no solamente un déficit sino también mejores precios internacionales, que pueden significar mayores ingresos no solamente para las empresas sino también para el estado y los gobiernos locales, por el canon, regalías y otros ingresos (impuesto extraordinario, gravamen, derechos de vigencia etc.)

Sea por los efectos de la vigente revolución tecnológica que hace más intensivo el uso del “metal rojo” en las casas inteligentes, en los autos eléctricos, energía alternativa (solar y eólica), más el desarrollo industrial. La mayor demanda del metal rojo está asegurada.

Si a ello se suma la creciente demanda de la economía china, el principal mercado del cobre para la producción de Chile y Perú que en conjunto detentan el 40 % de las reservas mundiales de cobre, las posibilidades de asegurar el crecimiento económico del país son viables, dependiendo de las decisiones políticas que se adopten.

PRODUCCIÓN CONJUNTA

La otra tesis de carácter estratégico lo constituye la necesidad de fomentar proyectos conjuntos a nivel regional que involucre la producción coordinada de varios yacimientos para obtener sinergias y economías de escala, evitando la duplicidad de gastos.

Así, por ejemplo, se propone el Proyecto Norte que agrupe la producción cuprífera de los proyectos de Cañariaco (Lambayeque), Galeno, Michiquillay, Conga, La Granja todas en Cajamarca, lo que haría viable y sostenible por ejemplo la red ferrocarrilera de Cañariaco a Bayóvar, vieja aspiración histórica.

Solamente este circuito de la producción en el norte aseguraría montos de inversiones cercanos a los US $ 17 mil millones de dólares y una producción equivalente conjunta de 1.3 millones de toneladas de cobre.

En todo caso debe quedar claro que esta propuesta empresarial debe ser debatida, para asegurar la “confianza ciudadana” que otorgue la sostenibilidad en el largo plazo. Así, como las empresas se proyectan en el tiempo, el estado en un sentido amplio debe planificar en función del interés público.

Ello es posible si existe consenso social sobre todo con las comunidades campesinas y una decisión política del próximo gobierno que será elegido en abril del 2021. Sería interesante conocer las propuestas de los principales partidos y candidatos presidenciales desde Julio Guzmán, Forsyth, Keiko hasta Verónika Mendoza. 

De allí la necesidad de debatir los problemas y posibilidades de las inversiones mineras en la minería en general y cobre en particular que constituye más del 60 % de la cartera de proyectos que bordea los US $ 58 mil millones de dólares.

Al margen de la necesidad de socializar las tesis propuestas del libro, debemos interrogarnos sobre la viabilidad de apostar por políticas de un mayor agregado. Ello significaría por ejemplo analizar sobre las posibilidades de producir minería con productos finos, pues apostar por la producción de concentrados significaría más de lo mismo: un “crecimiento extractivista”. 

En definitiva, el problema de fondo es preguntarse si la minería se puede convertir en un motor de desarrollo, con eslabonamientos con la industria de transformación, para generar más empleo de calidad, con mayores ingresos al estado y sobre todo un mayor valor agregado.

 

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