Andahuasi y los nuevos terratenientes

El actual fenómeno de la concentración de tierras agroindustriales en el Perú conforma un nuevo mapa de la gran propiedad rural.

 
Ya sea por adjudicación de tierras eriazas por el Estado, compra de acciones en empresas azucareras o adquisición de grandes parcelas en subastas públicas, privilegiados grupos económicos vienen acumulando grandes cantidades de tierras. Según un informe especial de la Revista Agraria 107, en la actualidad, solo 34 propietarios son dueños de 225,657 hectáreas a nivel nacional.
Pero esta concentración de la propiedad es también una concentración de poder, pues la conformación de una élite propietaria se constituye en una limitación para las oportunidades de otras personas e instituciones. Esta élite, para defender sus intereses o para conseguir algunos beneficios más, no duda en usar mecanismos corruptos y gansteriles para solucionar sus disputas empresariales. Esta escandalosa forma de acumular propiedad queda claramente evidenciada con el caso de la industria azucarera Andahuasi.
Andahuasi, ubicada en Huaura, es una empresa que posee un área de 7,200 hectáreas y factura 100 millones de soles al año. Desde hace varios meses, Andahuasi se ve envuelta en un lío judicial que enfrenta al Grupo Bustamante y al Grupo Wong, dueño también de la Agroindustrial Paramonga. ¿Qué ha sucedido aquí? La presencia de Wong como accionista de Andahuasi es reciente, pues dicha empresa compró un paquete de acciones puesto a la venta por el Presidente del Directorio de Andahuasi en el mes de mayo. En este conflicto de intereses, los trabajadores se han aliado al Grupo Bustamante, que actualmente tiene el control de la compañía.
Que algo huele mal en Andahuasi, no cabe duda. Pero lo lamentable es que la Comisión Nacional Supervisora de Empresas y Valores (CONASEV) actúe solo después que la violencia generada por los enfrentamientos de bandos armados que defienden a uno y otro grupo económico, haya dejado heridos y muertos. Ni siquiera el gobierno ha sido capaz de intervenir en este conflicto y, por el contrario, ha preferido mantenerse al margen, convirtiéndose en cómplice de las argucias de ambos grupos económicos. 
Así, una nueva élite propietaria, disimuladamente, viene llevando a cabo negociaciones a espaldas de reglas y procesos transparentes, donde seguramente no faltarán los faenones y los lobistas. Tal parece que en el país, cada vez más, se impone la lógica de todo se compra y todo se vende, sin que haya un propósito real del gobierno por tomar cartas en el asunto.
 
 
 
                                           Fuente: Revista Agraria 107, 2009.

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