Adiós

Por: 

Manolo Monereo

  • "Llevo muchos años formando parte de este colectivo que luchaban  por una información veraz y por formar opinión que necesariamente tenía que ser crítica"
  • "Se está clausurando el espacio de lo público colonizado por los grandes grupos informativos y los monopolios empresariales y financieros"
  • "Socialismo o libertad. La seguridad es cosa de pobres, de obreros, de jóvenes incapaces de superar la vieja cultura de la cooperación y la solidaridad convertida en derechos"

No es fácil escribir este artículo. Cuando Sato me informó que cuartopoder se cerraba me afectó mucho. Llevo muchos años formando parte de este colectivo de hombres y mujeres que luchaban denodadamente por una información veraz y por formar opinión que necesariamente tenía que ser crítica. La última época el periódico estuvo dirigido por un grupo de jóvenes valientes y decididos. No ha podido ser. Una batalla más que se pierde, que perdemos.

Me aburre la letanía que habla de periódicos cerrados y de reducción de los espacios de libertad. Mis sentimientos son de rabia y de impotencia. Se está clausurando el espacio de lo público colonizado por los grandes grupos informativos y los monopolios empresariales y financieros. La captura del Estado por las élites va acompañado de una penetración cada vez más firme en eso que llamamos sociedad civil. Es una ley universal, cuanto más se ensalza la libertad, menos libertades reales tienen las personas, los colectivos sociales, las clases; sí, clases, las subalternas.

Socialismo o libertad; comunismo o libertad. La burguesía patrimonialista madrileña ofrece una comunidad y un país en venta. Todo se puede comprar y todo tiene precio. Madrid asegura libertad a cambio de vidas humanas. ¡Jóvenes del mundo, uníos! Aquí hay de todo y sin restricciones. Aceptamos el reto: muertos por libertad de comercio; muertos por darle vida a los negocios; muertos por la libre movilidad de las personas; muertos por la libertad de las grandes compañías hoteleras. No pasarán ni las políticas públicas ni las políticas sanitarias que salvan vidas. ¡Vive peligrosamente! No aceptes el rebaño; enfréntate al gobierno social-comunista consumiendo en las calles, rompiendo con los horarios establecidos y quitándote el bozal que los viejos enemigos de la libertad nos imponen.

Libertad con muerte: la seguridad es cosa de pobres, de obreros, de jóvenes incapaces de superar la vieja cultura de la cooperación y la solidaridad convertida en derechos. Menos Estado y más competencia: que los mejores no se vean limitados por la mentalidad igualitarista de una masa adocenada por años de bienestar y control político de una izquierda que ha hecho del resentimiento, política. Ellos quieren ser como nosotros; ellos contra nuestras libertades. Volvemos para ganar. Nuestra libertad frente a vuestras libertades.

Se cierra un periódico. La izquierda nada hace. No cree en lo que dice. A la hora de la verdad prefiere pactar influencia con los grandes grupos mediáticos o crear artilugios que aseguren la voz univoca de la dirección del partido. Viven al día y lo llaman realismo. No sé si al final se traducirá el libro Dominio de Marco D’Eramo (Ed. Feltrinelli, 2020). Cuenta con todo lujo de detalles el nacimiento, reproducción y desarrollo -férreamente organizado- de la cultura neoliberal en EEUU. Sociedades, fundaciones, universidades, medios de comunicación comprometidos con la libertad y frente al colectivismo. Por delante y por detrás, grandes grupos de poder económico. Su secreto: no pactar la ideología, cooptar a los operadores culturales, organización, tenacidad, dinero, mucho dinero: invertir en hegemonía es garantizar que el futuro sea nuestro, nos pertenezca.

D’Eramo señala una paradoja. Mientras que la izquierda siempre emplea un discurso centrista, pactista, moderado con los neoliberales, estos nunca retroceden: defiende el programa máximo, la acracia liberal y de mercado. Es como si la izquierda defendiera la dictadura del proletariado, la transición socialista y la expropiación de los capitalistas. ¿Qué consiguen? Dar coherencia y firmeza al proyecto. Como entre la realidad y el programa hay muncha distancia siempre se puede echar culpa a algo externo (debilidades propias; males ajemos; sabotaje de los tradicionales adversarios; imponderables varios). El proyecto neoliberal nunca fracasa; cuando falla es porque se aplica mal y de modo insuficiente. Los culpables son siempre los equipos, las personas, las fuerzas políticas, las poblaciones no suficientemente preparadas para asumir un mensaje de semejante contenido. Perseverar, siempre perseverando y a la ofensiva.

No hay que caer en el idealismo. Los que defiende estos proyectos navegan a favor de corriente; ellos son los grandes poderes económicos, las elites intelectuales funcionales al sistema. Hoy nos damos cuenta lo poco que se ha entendido a Antonio Gramsci. Todo han sido adornos y legitimaciones discursivas.  Tomarse la hegemonía en serio significaba hablar de ideas organizadas; de proyecto nacional-popular; de pedagogía de masas y de insertarse productivamente en un sentido común para darle coherencia y homogeneidad; de socializar la política y cambiar la vida cotidiana de las personas. Un partido orgánico diverso y plural conectado con el partido-institución sin confundirse con él.

Cuartopoder se cierra. Seremos menos libres, menos cultos y con menos capacidad para analizar críticamente el presente. Algunos amigos y amigas se quedan sin trabajo y entran en duro mundo de la búsqueda de empleo. La pregunta debe hacerse: ¿no ha llegado el momento para organizar la cooperación, la solidaridad, en torno a una plataforma político-cultural alternativa a los poderes oligárquicos dominantes?

Adiós queridas amigas, queridos amigos.

Publicado en Cuarto Poder